IRINA, UN PARTO NO IDEALIZADO, PERO CON FUERZA Y CONOCIMIENTOS.


Mi tercer parto, tras un aborto cuando estaba de 3 meses y medio fue muy inesperado. Esta vez más empoderada, más “sabia” con respecto a la maternidad, a la fuerza interior de mi cuerpo, a la posibilidad de llevar a cabo un parto natural si me lo proponía… ¡A decir que no a todo y a todos los que se interpusieran entre yo misma y mis decisiones!
Esta vez, no me pilló desprevenida, a los 7 meses de embarazo, ya tenía mi plan de parto escrito, firmado y verbalizado a toooooooodas las personas de mi alrededor. Quería intimidad, quería un parto lo más natural posible. Quería un inicio de lactancia exitosa (a poder ser) y que Manu, fuese el primero en coger a su hermana.
El 21 de enero del 2020 nevaba muchísimo en mi ciudad, y mi hijo mayor quería tocar la nieve, yo salía de cuentas en 2 semanas, ¿así que porque no? con mucha precaución obvio, salimos a ver la nieve y a jugar un poquito con ella. Esa noche, noté muchas contracciones durante el transcurso de 3-4h, pero no les di importancia… pensé que, por el esfuerzo, el frio… la niña ya estaba colocadísima y, en fin, alguna de Braxton ya había tenido, cuando cesaron, decidí no pensar más en ello, yo me encontraba bien, eran las 3h de la madrugada y tenía sueño.
A la mañana siguiente al ir al baño, sorpresa: el tapón mucoso estaba ahí, mirándome, con sangre filosa. Esa mañana tenía monitores y revisión, dado que con Manu tuve preeclampsia, y ahora no había sido menos y podríamos añadir entre medias una vaginosis bacteriana, me tenían algo más controladita de lo normal. Salí de monitores, donde se vieron varias contracciones ya importantes y entré a la revisión con la ginecóloga, a quien le expliqué lo ocurrido durante la noche, me pidió permiso para valorar, a lo que yo accedí y ¡tachan! estaba dilatada de 4cm. 
Mi marido estaba en Madrid, así que lo llamé de inmediato para que viniese porque según palabras textuales: “estas de parto, y no tengo muy claro que tu marido llegue a verlo”. 
Eran las 11.00h de la mañana, me subieron a planta y a cada dolor de más que tenía 

❤

️ ellas, las matronas más maravillosas del mundo mundial revisándome, preguntándome mis ideas, explicándome cada paso que íbamos a dar. A las 16.30h rompí aguas, con lo que me bajaron a paritorio.
Desde el inicio, me sentí superar arropada, super protegida, respetada, apoyada. Sandra la residente, apoyada por Paula (aunque sus conocimientos sobre cómo llevar un parto eran magníficos y más que suficientes para llevar un parto), estuvo conmigo durante todo el proceso, guiándome en las respiraciones (aunque sinceramente, mucho caso no hice en alguna ocasión y me dejé llevar por el desespero del dolor), enseñándome posiciones, ayudando a mis acompañantes (mi madre hasta que llegó mi marido) a entenderme, y dejándome libre para parir a mi manera.
Qué momento más puro, que fuerza más primitiva, que sensación de dolor de amor, cada contracción me acercaba más a mi pequeña. El aro de fuego lo llaman, y tanto que sí. ¡Que quemazón! Que absoluta pasada de sensación. Que intenso todo.
Y al fin, con dos contracciones más, Irina estaba conmigo, con nosotros… el arrastre, ese pelo rubio, y como su hermano, esas manitas con esos deditos de pianista… era un pelín más pequeñita que él cuando nació, perfecta en todo su ser. El olor a vérnix, el mismo calor viscoso. Alumbré la placenta, con calma, sin prisas. Irina estaba bien, yo estaba bien.
Y la sensación de mucha calma, mucha paz. Esta vez sí que sí, mi parto soñado. Plenitud absoluta, infinitamente agradecida sin saber cómo agradecerlo.
IRINA 2.600KG 49cm (19.02h)

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