Siempre idealizamos el parto, pensamos en que será algo maravilloso, no sabemos con certeza si muy doloroso (cuando eres primeriza no sabes con lo que te vas a encontrar), y además siempre piensas en ello como algo controlable. Piensas en que vas a empezar a notar dolor o directamente a romper aguas, que vas a ir al hospital y que todo va a ser de película.
Mi historia empieza cuando de 8 meses, bajé las escaleras de casa de mis padres y ¡Tachán! me fisuré el tobillo. Me dijeron que pariría con una escayola puesta y a ver si me explico: 24 años, embarazada de 8 meses, con mi pareja militar trabajando en Madrid, yo en Alicante con mis padres, ahora con una escayola puesta en la pierna… MI ILUSIÓN SE FUE AL TRASTE.
El 6 de diciembre, un mes después prácticamente, tenía cita con traumatología. Gracias a Dios, la traumatóloga, vio factible retirar la escayola, pero me advirtió, que, habiendo aumentado 30 kilos sobre mi peso habitual, debía tener mucho cuidado, ya que la fisura todavía no se había cerrado del todo y me lo hacía como favor para poder tener un parto sin complicaciones.
10 de diciembre, noto escozor desde hace unos días al hacer pipí… eL 12 SALGO DE CUENTAS! Acudo a mi centro de salud, donde mi compañera Dora, me hace tira de orina y toma de TA:
PROTEINURIA A SACO EN TIRA, LA TENSIÓN POR LOS AIRES. Al haber estado sentada durante un mes, retuve muchos líquidos y no le di importancia a mis pies hinchados, pero pareció ser una preeclampsia que había evolucionado a muy mal, así que me derivaron al hospital de urgencias.Entro directa a paritorio, me hacen 2 analíticas de comprobación, bebé bien, riñones sufriendo más que yo. Me proponen inducirme el parto. Me asusté bastante porque sabía pro y contras. Eso no debía estar pasándome a mí, pero sí, me estaba pasando.
Vicente, el ginecólogo, me propuso hacerme un tacto “más a fondo” para ver si estimulaba una dilatación “sin tampón de hormonas”, controlar la orina durante 24h y en función a la evolución al día siguiente proceder.Estaba sola en consulta, mi padre fuera esperando a ver que me decían y mi marido viniendo de Madrid. Mi hermano, estudiante de enfermería por aquel entonces, estaba haciendo prácticas en ese mismo hospital, así que vino al servicio de paritorios en cuanto se enteró y fue entonces cuando procedieron a hacerme el tacto. Menos mal que estaba mi hermano. Cuando estás sola ante esas situaciones, te sientes un poco desprotegida y, sobre todo, si transcurren de esa manera. Así que si, mi primer tacto vaginal de parto, fue con mi hermano a mi lado flipando gambas. Creo que estaba más interesado por ver como se hacía, que por darme la manita (así somos los enfermeros, curiosos).
Esa misma noche expulsé tapón mucoso, pero no dilate nada. Al día siguiente, Bea, mi gine de confianza me hizo un tacto y me propuso ponerme el “tampón de hormonas”, y además me dio la confianza absoluta de que podría parir porque ya “estaba prácticamente preparada”. Estaba a término y cérvix borrado, así que tampón puesto… (mi marido llegó aquella noche y ya estaba conmigo) y a esperar.
El panorama para mi primer parto fue el siguiente: YO NO QUERíA VER A NADIE, pero mi familia es sanitaria (enfermeros, auxiliares, celadores, de limpieza… ), así que no pararon de venir a verme durante mi proceso de parto, eso tampoco estaba en mis planes, siempre pensé que simplemente estaría tranquila con mi pareja, asolas, en privacidad…pero siendo como soy, no supe parar eso. Así fui dilatando, cada vez más molesta por los dolores, y por las visitas. Una amiga de mi madre incluso, matrona jubilada, vino e intentó organizarme el parto. Me llegó a proponer el inicio inmediato de bomba de oxitocina para aumentar las contracciones, cosa que quería evitar a toda costa a poder ser. Le dije que no, buenamente, pero aun así insistió en que se la avisara para hacer ella/ estar presente en el alumbramiento. Cosa que me asustaba bastante, porque sus historias han sido siempre de “potro y episiotomía”.
Recuerdo que, tras eso, solo tenía ganas de llorar… pero se me pasó rápido porque empecé con contracciones más dolorosas y en fin, pasé a concentrarme en mi parto… tras varios ciclos contráctiles, rompí aguas, me realizaron tacto y ya estaba de 6cm. Se paralizo un poco la dilatación y tras dos horas más, tuve que pedir la epidural… eran las 8h de la tarde, y llevaba desde las 8h de la mañana con mucha presión fisíca y psicológica, mi idea era vivir un parto sin epidural, pero mi cuerpo y mi mente dijeron basta, y cierto es, que entre pitos y flautas mi mayor apoyo, mi marido, también cansado por toda la situación, me ánimo a ponérmela porque no me veía bien.
Una vez puesta la epidural, recuerdo que, dos contracciones despúes, sentí muchas, muchas ganas de empujar. Avise a la auxiliar y tuvieron que ir a toda prisa, ya que en esas dos contracciones en las que el cuerpo me pidió hacer fuerza, Manu, se coronó (nunca mejor dicho) y tenía muchas ganas de salir, porque con 4 contracciones más, ya tenía a mi chico conmigo.
Fue el momento más raro y más bonito de toda mi vida, que sensación de plenitud, que maravilla de calor, ese cuerpo tan pequeñito era mi bebe, mi hijo. Me convertí en mama
️, ya era una mama oficial. Todavía recuerdo ese olor a vérnix, todavía recuerdo esa viscosidad maravillosa. Recuerdo el primer momento en el que le vimos la cara, la nariz, esa nariz tan redondita y bonita. Las manos de pianista, con dedos larguísimos… Y ponérmelo al pecho. Que dos horas más maravillosas pasamos en paritorio. Donde después de un día un tanto agridulce, conseguimos un poco de estabilidad y tranquilidad emocional, dos horas de protección absoluta hacia una mama y su bebe primerizos en todo
️…
MANUEL 2.600KG, 52cm (22.12h).