Cuando me preguntan por mi parto siempre contesto lo mismo: fue un parto maravilloso, donde todo lo que podía salir mal, salió mal.
Pues sí, aunque no había idealizado el momento del parto nunca imaginé podían llegar a pasar tantas cosas juntas.
Un día antes del parto estuvimos en monitores, ahí empezó la odisea. El bebé no se movía lo suficiente. Directos a partos a hacer un estudio con oxitocina para ver como reaccionaba el bebé a las contracciones. La cosa es que ese día salió bien, pero si esa noche no nos poníamos de parto al día siguiente lo provocarían.
Recuerdo entrar el siguiente día en la sala de monitores, recuerdo la cara de la enfermera, el bebé no se movía lo suficiente, ese día iba a ser El Gran Día.
Dicen que las madres olvidamos el momento del parto, y seguramente haya olvidado muchas cosas, de lo que no me he olvidado es de la profesionalidad de todo el equipo, ellos son los que hicieron que ese día fuese maravilloso.
Comenzamos la inducción, con la matrona dándonos libertad total de movimiento, explicandonos ejercicios para favorecer que se borrase el cuello del útero, todo parecía que iba a ir como la seda. Pero nada más lejos de la realidad, los monitores perdían el latido, la máquina pitaba y pitaba y las matronas corrían a tumbarme en la cama, a cambiarme de posición a buscar el latido…hasta que pasó, el latido se esfumó. Un grito, recuerdo un grito y aparecer todo el equipo de partos,eran por lo menos 6 personas más, matronas y ginicólogas. Recuerdo otro grito: “Parad sigue atada” Nadie se había dado cuenta de que llevaba la vía puesta y estaban a punto de arrancarla.
No se cuantas personas habían en la sala de partos, diría que fueron por lo menos 10, pero recuerdo ,mientras la ginecologa le ponía un electrodo en la cabeza al bebé para encontrar el pulso, la velocidad a la que palpitaba la yugular de la matrona, a mi lado, parada, sin moverse, diría que casi sin respirar hasta q sonó el ansiado latido. Se giró, me miró y me dijo: está bien! Lo escuchas?.
A partir de ahí había que sacarlo lo más rápido posible, ella volvió a intentar que todo fuese respetado, pero las gines ya estaban preparando el instrumental. Me volvió a mirar y me dijo con el bisturí en la mano: lo siento. Y se que lo sentía, que sintió como suyo ese corte que le dió la vida a mi vida.
Mil gracias a todo el equipo de partos del Hospital de San Juan que ese 10 de septiembre de 2019 estuvo con nosotros.