Y en medio de una pandemia, con la mano bien abierta, llegaste a este mundo. Buscando mi pecho, buscando mi abrazo, llenándome de felicidad y empoderándome.


Segundo embarazo y segundo parto, con ganas de vivir esta segunda experiencia de una manera más consciente, más informada y haciendo todo lo que, por desconocimiento o por falta de recursos económicos, no puede hacer con tu hermana mayor.

Pero llegó la Covid-19 para poner el mundo patas arriba, incluido nuestro parto. De un día para otro se acabaron los paseos, las clases de preparación al parto y las ecografías con tu padre y tu hermana. Cada día que pasaba aumentaba la incertidumbre y el miedo por el contagio, por parir sola, por no poder hacer piel con piel, por no poder iniciar una lactancia materna temprana…

Días de nervios y ansiedad que acabaron yendo a urgencias antes de lo que debíamos (con tu hermana llegamos al hospital con 9cm de dilatación y no queríamos que nos volviese a pasar). Pero esta vez el hospital había cambiado; ahora era más frío, distante y el miedo inundaba el ambiente.

Ingresamos en planta con pequeñas contracciones que desaparecieron a las 4 de la madrugada. A la mañana siguiente la matrona nos ofreció la posibilidad de adelantar el proceso sin presiones; la decisión era 100% nuestra, lo cual agradecimos enormemente. En otra situación hubiésemos esperado, pero el hospital no era el mejor lugar para pasar esos días y tampoco queríamos aumentar los días de separación con tu hermana. Así que tomamos la decisión de romper la bolsa y ponerme oxitocina.

Y ahora sí, mi peor temor llegó: tendría que parir sola; dejé a tu padre en la habitación y me llevaron a paritorio. Pero en realidad no estaba sola, tú estabas dentro de mí acompañándome y dándome la fuerza necesaria para afrontarlo.

Fue un parto muy rápido, apenas pasaron dos horas desde que me despedí de tu padre en la habitación hasta que te tuve en mis brazos. 

Dos horas llenas de anécdotas que te contaré en cada uno de tus cumpleaños, sobre todo el momento más surrealista en el que la matrona tuvo que salir del paritorio y me dio unas tijeras y una bandeja metálica para que hiciese ruido si me pasaba algo. O cuando llamamos a tu padre para decirle que ya habías nacido y no lo cogió porque se había quedado dormido.

Pero ya no importaba nada, el amor había ganado al miedo y contigo pegada a mi pecho nada podría ir mal. Al final parir en tiempos de pandemia me hizo disfrutar más de ti.

Nota: Gracias Bea por tu trabajo, no fue el parto que quería, pero gracias a ti fue un parto informado y consciente. Gracias por guiarme y por darme la libertad de tomar mis propias decisiones. Gracias por seguir cuidándonos en una situación en la que exponías a ti y a tu familia a un gran peligro sin los recursos necesarios 

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